Que hay que estar al tanto de lo que hace la competencia, es un hecho. Que hay que tantear por dónde se mueve el mercado, también.

En algún momento u otro, todos nos hemos dirigido a algún competidor para preguntar sobre su oferta. Queremos saber cuáles son sus argumentos, su política de precios, si son una amenaza, si están haciendo algo realmente interesante que se nos ha pasado por alto…

Y al revés, es evidente que una parte de las consultas que nos llegan no son más que intentos de sonsacarnos información comercial, confidencial o no.

Es un hecho, es inevitable. Nuestros competidores nos están mirando, nos están tanteando, intentan saber qué hacemos.

Pero hay maneras, y maneras. Mientras es razonable pedir material comercial y precios orientativos, no es de recibo pretender que te den material confidencial, ni hacer trabajar de más a alguien. Y hay que hacerlo con clase, por favor, hay que ser profesionales en todo momento.

Los siguientes son ejemplos reales de consultas indecentes que he recibido en algún momento (aunque refraseadas):

1) “Quisiera que me dieran precios de todo, para saber qué podemos hacer. Por supuesto, en cuanto me lo den les haré un montón de pedidos…”

Anda ya. Excepto en actividades y mercados muy concretos, nadie da tarifas completas sin una razón de peso. Con frecuencia ni siquiera existen, bien porque se trabaja sobre presupuesto, o simplemente porque no se ha editado una lista decente, o no está actualizada. Además, muy raramente un cliente real pedirá una tarifa completa, no le hace falta.

2) “Quisiera que me manden el modelo de contrato que usan, porque me lo piden para darme una subvención para un mega-pedido que les voy a hacer…”

De qué. Si quieres modelos de contratos, plantillas, procedimientos, listas de comprobación, etc. te los curras, como hacemos todos. Una cosa es pedir precios, y otra pretender conseguir un material valioso de otro por el morro.

3) “Quisiera que me hagan un presupuesto detallado para un megaproyecto, del cual les doy tres detalles sumamente vagos. ¡Eh, que va en serio!”

Y qué más. Hacer un presupuesto para un proyecto trae mucho trabajo: hay que analizar, estructurar y valorar, y ponerlo por escrito. Una propuesta comercial bien hecha puede tener 20 páginas tranquilamente. No se pide a alguien que haga este trabajo si no se va en serio.

Además, estos proyectos necesitan el trabajo de ambas partes: el cliente tiene que dar muchos detalles sobre lo que quiere. Si no los quiere dar, o no los sabe, es porque es un proyecto falso.

4) “Soy Mr. Big Spender, les voy a comprar el oro y el moro, pero no les doy el nombre de la empresa (o es ridículo), y mi email es pepepalote759@hotmail.com”

¡Por favor! Si pretendes que te tomen en serio, al menos tómate el trabajo de procurarte una identidad decente. Invéntate una empresa y un proyecto que sea creíble, y consigue un email decente.

En resumen

Respeta a tu interlocutor. No le hagas trabajar de más, no pretendar que te dé cosas que no son razonables. Y tómate la molestia de prepararte bien, el otro no es estúpido y se merece un poco de respeto.